“Quizás haya una melancolía propia de esa edad, los cuarenta y tantos años, cuando la vida de cada cual ya está hecha, cuando uno, si ha sido algo afortunado, si ha tenido paciencia y perseverancia, puede sentir que ha logrado algo sólido, estable, porque expone en una buena galería de Manhattan o tiene un puesto de corresponsal en Nueva York, o ha logrado establecerse como fotógrafo o como escritor; y entonces descubre que lo que ha logrado no es gran cosa, si lo mide con las posibilidades que tenía dentro de sí mismo y que por cada vida posible que se cumple, cada deseo que se satisface, hay otras vidas que no se llegaron a vivir, otros lugares que no se han conocido, y también que el tiempo no es ilimitado, de modo que hacer algo es sobre todo dejar de hacer otra cosa” Ventanas de Manhattan, p. 261. Antonio Muñoz Molina.